Corazones
En el punto más lejano de Long Island, en el último pedazo de tierra que aun se considera como Nueva York, se encuentra un enorme y abandono edificio. Protegido por su propia aislada ubicación, aparte de que estar protegido en todo momento por dos o tres Guardias de Seguridad. Sin embargo, uno se puede acercar a las puertas de hierro la noche del 4 de Diciembre, cuando incluso los guardias se niegan a trabajar por ese día. Las puertas se dejan abiertas, y el viento estará completamente calmado, con una opaca niebla llenando la península. Ve directamente a la puerta principal y entra, solo habrá un largo pasillo, opacado por la niebla al final.
Si miras a los lados antes de entrar, veras una moderna sala de operaciones a través de una puerta de cristal. Cuanto más caminas, el equipo se hará mucho más viejo, mientras la forma en que visten los doctores y su alrededor se hará más antiguo. Cuando finalmente puedas ver el final del pasillo, los gritos de los pacientes serán casi ensordecedores. El pasillo terminara cuando encuentres una puerta abierta que conduce a una sola mesa de madera, veras un único hombre vestido con ropas medicas, manchadas en sangre, que se inclina sobre un cadáver. La cara del cadáver será cubierta, y el hombre a su vez, en silencio, perforara la tapa de un frasco con líquido turbio, lleno hasta el borde. Este anormal y pesado objeto te lo entregara a ti, antes de regresar a su trabajo. En ese mismo instante, ya debes estar fuera de las puertas de hierro.
A partir de ahí, las enfermedades y lesiones no te afectaran, pero si alguna vez abres el frasco que se encuentra nublado en su interior y extraes el contenido... encontraras un corazón pulsando y latiendo con fuerza en tu palma. Seguido de una repentina sensación de horror y repulsión mezclado con un desesperado sentimiento de negación al darte cuenta de que acabas de sacarte tu propio corazón.
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